2.2. La antropología evolucionista

La Antropología se constituye como ciencia a mediados del siglo XIX con la teoría evolucionista como telón de fondo, pero si bien la constitución oficial de la disciplina fue hace unos 150 años, la curiosidad antropológica existió desde mucho antes. Con el descubrimiento de América por Europa, occidente se vio súbitamente enfrentado a un mundo distante e imprevisto. Se plantearon muchos interrogantes existenciales. Otras formas de normas eran posibles, otras creencias, otras tradiciones que ponían en duda el mensaje divino. Los pueblos descubiertos fueron caracterizados estereotípicamente de un extremo al otro, representaban tanto "los primitivos salvajes, viviendo al límite de la naturaleza", como la representación arquetípica del "buen salvaje", viviendo en armonía con la naturaleza, en permanente felicidad e igualdad, acaso aquello era el paraíso y no el infierno. La aparición de la otredad, de la dicotomía nosotros/otros fue vital para el desarrollo de la pregunta antropológica. Diversos son los antecedentes que significaron el advenimiento de la antropología evolucionista, seguramente el desarrollo de las ciencias biológicas y de la teoría evolucionista fue uno de los principales alicientes. La astronomía demostraba que la tierra no era el centro del Universo, la teoría evolucionista demostraba que ya nada era estable, no había verdades absolutas, ya todo estaba supeditado al cambio. Los teóricos veían en los pueblos no europeos el espejo de los diferentes estadios por los cuales la humanidad había pasado. Desde una sociedad definida "por ausencia de atributos materiales" ("sin" estado, sin propiedad privada, sin diferenciación social, sin..) paulatinamente empezaron a aparecer "con" hasta complejizarse completamente. Si "en algún momento todo fue como América…", esto significaba que América era el espejo del origen. Se convoca así a estudiar a los pueblos salvajes, a conocer los orígenes del pueblo europeo, y ya no tendrían que ir misioneros o soldados ignorantes que confunden "a orangutanes con hombres", tendrían que ir hombres formados científicamente, "objetivos", utilizando los métodos prestados de las ciencias naturales: que a través de la observación, la descripción, la comparación, la clasificación, permitiera arribar a leyes generales.
Nacía la antropología evolucionista, la primera corriente teórica de esta ciencia. Su objetivo era comparar los pueblos, describirlos y clasificarlos para comprender el desarrollo histórico de la civilización. La teoría de la evolución social descansaba en algunos supuestos, la sociedad iría progresando en forma natural a través de sucesivos estadios, cada uno de los cuales correspondería distintos modos de subsistencia, distintas instituciones, creencias y costumbres. Se sucedieron diversas comparaciones históricas, occidente fue ubicado en el lugar preponderante de antemano, desde donde todas las otras sociedades serían juzgadas y evaluadas. La idea del progreso indefinido sustentaba esta concepción. La civilización representaba el grado máximo de desarrollo, así lo evidenciaban las formas materiales y espirituales que "habían probado ser las mejores". Las generalizaciones basadas en comparaciones proliferaron. Concepciones que entendían el desarrollo progresivo de la humanidad desde "lo simple a lo complejo" se sustentaban en un evolucionismo unilineal que tambien alegaba que "lo simple es lo anterior". La complejidad se medía por acumulación de lo material en un proceso natural e inevitable.

La teoría antropológica de Morgan y Tylor

Morgan y Tylor fueron los dos sistematizadores más importantes de la primera corriente teórica de la antropología. Lewis Morgan (1818-1881) concibió a la historia humana dividida en tres etapas: salvajismo - barbarie - civilización, las sociedades fueron ubicadas en lugares ya establecidos en pos de su desarrollo material e institucional. Europa ocupaba el lugar preponderante. Para Edward Tylor (1832-1917) las invenciones eran buenos catalogadores evolutivos para discernir quien estaba más evolucionado: "era evidente que una escopeta era mucho más compleja que un arco", así los artefactos y la tecnología podían ordenarse siguiendo patrones evolutivos coherentes. Supuso que las comparaciones que permitirían descubrir las etapas sociales de la evolución sólo serían logradas con la extrapolación de los métodos de las ciencias naturales a lo social. Porque el comportamiento humano tambien respondía a leyes mecánicas, naturales y generales, podían descubrirse las regularidades que subyacían a las diferencias y agruparlas en una secuencia evolutiva. A partir de aquí la antropología tuvo su objeto de estudio: "las sociedades primitivas". Desde Tylor (1871) "… nuestros pensamientos y nuestras acciones se ajustan a leyes tan concretas como las que determinan el movimiento de las olas y el crecimiento de las plantas y animales", así se hace posible su generalización en pos de clasificar patrones culturales:

"... un conjunto de salvajes es como cualquier otro" dejando de lado las "peculiaridades por tener poca importancia". "La civilización industrializada se convirtió en la medida de todo lo demás...donde un género de sociedades se definió en términos de lo que le faltaba al segundo, pero no viceversa." (Krotz, 1987).

La antropología al servicio del imperialismo

Es importante tener en cuenta el contexto en el cual la antropología evolucionista emergió: Europa se encontraba sumida en la vorágine industrial y en un progreso sin precedentes que supuso un avance tecnológico que fue catalogado como "indefinido o ininterrumpido". Las grandes potencias necesitaban imperiosamente nuevas fuentes de materias primas, mano de obra barata y mercados donde colocar sus productos manufacturados. La antropología se constituye como ciencia en un contexto imperialista. Se dio una carrera entre las potencias por la posesión exclusiva de regiones ricas en materias primas, nuevos mercados, bajos salarios, tierra barata. En 1885 se produce en Berlín la nueva "creación del mundo" (Worsley), las potencias europeas se reparten el mundo para sus colonias. El evolucionismo supuso el sustento científico de tal proceso, los esquemas evolucionistas legitimaban la colonización en base a la superioridad material de occidente. Supuestos tales como "todos los hombres tienen derecho al progreso", o "el hombre blanco debe en su misión civilizadora hacer conocer sus formas materiales y espirituales superiores a aquellos pueblos que las desconocen" eran moneda corriente en la época. La civilización constituía la perfectibilidad, el grado máximo de civilización, el punto culmine del progreso racional, era un deber "moral" que el Europa llevara a los pueblos inferiores al progreso: "Las consecuencias político-ideológicas de esta teoría son bien conocidas. Los pueblos considerados inferiores, lo son por ley natural y no hay cambio histórico posible. De aquí al racismo como doctrina seudocientífica habrá un paso" (Lischetti, 1995). En este contexto a la antropología solo le cabe describir las “sociedades atrasadas” antes de que sean transformadas por occidente, porque "son el espejo de lo que fuimos". Así nutrido de un etnocentrismo sin precedentes, la colonización se justifica científicamente. El razonamiento evolucionista no fue producto de una artimaña maquiavélicamente planeada, pero tal razonamiento apareció en el momento justo en que los imperios se expandían y sin duda sirvió para justificar tal expansión.

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